Por el hecho de este día coincidir con la Navidad, cristianos de la Edad Media usaban la corona como símbolo de la vigilancia y de la alegría a la medida en que el día de Navidad se aproximara.
Para nosotros hoy, la Corona es una manera de expresar nuestra alegría por la venida de Cristo. Ella debe ser preparada anualmente y siempre con ramos verdes y naturales. Debe ser colocada en un pedestal al lado del altar, contrabalanceando con las flores, pero nunca debe ser puesta en el altar.
La forma circular: simboliza la alianza de Dios con la humanidad, a través de Cristo y la eternidad.
Las ramas verdes: simbolizan la esperanza cristiana y la gracia de Dios, que en Cristo nos da la vida eterna.
El listón rojo: simboliza el amor de Dios que nos envuelve.
Las cuatro velas: en cada uno de los 4 domingos del Adviento es encendida una vela. Deben ser encendidas una en el 1º domingo, dos en el 2º y así sucesivamente. Este encender gradualmente simboliza el tiempo de espera por el Salvador y la creciente alegría por la aproximación de Cristo como la luz del mundo. Deben ser velas y no lámparas. Cuando la corona está en la iglesia se deben usar, de preferencia, velas blancas. Dependiendo, del énfasis, pueden ser usados otros colores.
La vela central: puede ser blanca o rosa y debe ser mayor que las otras. Ella simboliza el cumplimiento de la profecía, la llegada de Cristo, como la luz del mundo.
Las velas celestes: simbolizan el cielo y la esperanza por el regreso de Cristo.
Las velas rojas: simbolizan el amor de Dios revelado al mundo en la Navidad, aunque este significado ya aparece en el listón rojo.
Las velas moradas: simbolizan la penitencia y la preparación.
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